Marcando el paso, Policía Comunitaria de Guerrero

17 10 2011

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Texto y fotografía: Celia Guerrero

*Primera parte

El trombón lanza un suspiro profundo, melancólico, prolongado, desolador, como proveniente del núcleo de las montañas de Guerrero, y comienza a marcar el ritmo. Un, dos, un, dos. Se añade el sollozo de la tuba, ese contrabajo repetitivo y ensordecedor. Un-dos-tres, un-dos-tres, un-dos-tres. Marcan el tempo el retumbar de la tambora, mientras la tarola pone los acentos y los platillos los chasquidos. Plau, plau, rau tau, plau, plau, rau tau. Entran también trompetas y charchetas, festivas, enseguida comienza la melodía. Es el XVI Aniversario la Policía Comunitaria de Guerrero un lamento festivo, como el que lanza al aire aquella banda de vientos y percusiones. Coordinación, ensamblaje, participaciones individuales que se conjuntan en un todo armonioso. Con quince instrumentos ejecutados a la vez, si se comete un mínimo error se desata el momento estridente, aunque al instante sea corregido bajo el marcaje del ritmo mismo.

Para comprender por qué, después de 16 años, un grupo de hombres y mujeres se reunió  el pasado sábado 15 de octubre en el gimnasio de Paraje Montero de Zaragoza, municipio de Malinaltepec, Guerrero; algunos uniformados con bota militar, pantalón negro, camisa verde olivo con la leyenda en letras amarillas de “Policía Comunitaria”, gorra con escudo e insignia bordados de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) y otros cuantos vestidos de civil, pero todos con rifle en mano; se deben considerar elementos clave: 1. la razón y contexto de la fundación de su organización en 1995, 2. su papel como parte de un proyecto de desarrollo integral autosustentable en la región y la creación de un sistema de justicia único en su especie, 3. los desafíos que en definitiva marcaran el futuro inmediato de los 11 municipios adheridos actualmente a la CRAC-PC.

En un principio la Policía Comunitaria trabajó con la seguridad de las zonas marginadas de la Montaña y Costa Chica del estado de  Guerrero, que a partir de la crisis cafetalera mexicana de la década de 1990 comienzan a sufrir el aumento de la criminalidad en la zona: robos, asesinatos, delitos resultado del grado de pobreza más alto en el territorio mexicano. Encargada de la vigilancia, protección y detención de criminales, no surge contra el Estado en sí, sino para resolver un problema desatado por el abandono de éste. Sin embargo, hoy en día sus cometidos iniciales han sido rebasados con su crecimiento organizativo y más remarcable aún, por su evolución como autoridad legitima ante los ojos de los habitantes de la zona, se vislumbra engorrosa para los gobiernos estatal y municipales, obstinados en mantener el control sobre la región, sus recursos naturales y los pueblos originarios.

Carmen Ramírez Aburto porta un largo vestido colorido, folklórico, zapatos gastados y una gorra con la que recoge enmarañado su cabello negro y grueso. Mientras relata su historia entrelaza sus manos color cobre, nerviosa. Cuenta para si misma “Al ver todas esas anomalías yo me decidí. Las propias comunidades empezaron a hacer reuniones y entonces empezamos a ir. Cuando pasa un caso en el que una muchacha mató a su criatura, entonces la Comunitaria nos cita a nosotras a reunión para aportar ideas de cómo le íbamos a hacer. Allí es cuando nos dicen ‘te vas tú y te vas tú ’ a cinco señoras para investigar el caso.”

Aquella organización, tal como lo relata a grandes rasgos la mujer de la Montaña, pasó de ser una mera corporación policiaca de protección comunal a la consolidación de un sistema de seguridad y de justicia con la creación de la CRAC en 1998, conformada por consejeros que «ajustician» por medio de la asamblea o autoridad máxima. Al fundar la CRAC se legitima a la Policía Comunitaria a nivel regional, siendo uno de los pasos más importantes la creación de su sistema de justicia basado en los usos y costumbres de los pueblos en donde se aplica. Esto superó abismalmente la inacción y los laberintos burocráticos de las autoridades gubernamentales, además de aplicar la reeducación para los criminales: una herramienta completamente innovadora a nivel nacional que rompe con el círculo de corruptelas de la política de Estado, al aplicar sanciones de trabajo comunitario para los delincuentes en vez de dirigir su condena a la reclusión.

Carmen rememora su participación en la fundación de la Policía Comunitaria de Guerrero, hace ya más de 13 años, con un nudo en la garganta. “Yo fui madre soltera de seis hijos, cinco vivos y una muerta. Mi hija se murió también de esta lucha, porque yo la abandoné. Andaba en una comisión en San Luis Acatlán, cuando me llega la noticia de que mi niña se ahogó en el río, por qué, por descuido. Fue en 2002, cuando René Juárez Cisneros (ex gobernador de Guerrero) manda un fax diciendo que daba 30 días para que desaparezca la Policía Comunitaria, entonces fue cuando hicimos esa asamblea y fue desgraciadamente que en ese tiempo mi niña se ahogó”, dice. Precisamente el 11 de febrero de ese año fue cuando el gobierno estatal comenzó a coartar a la CRAC-PC por medio de la detención de cinco coordinadores regionales, quienes fueron encarcelados en el CERESO de San Luís Acatlán bajo la acusación de privación ilegal de la libertad por desempeñar sus funciones. La reacción vino un día después de la aprehensión, cuando cerca de 4 mil  personas se manifestaron en el Ministerio Público, mostrando el apoyo y fuerza del colectivo, llevando al subprocurador de justicia a la liberación de los detenidos y a la firma del Acuerdo de Cooperación y Respeto de las Instancias Judiciales con la CRAC.

En el XVI Aniversario el contexto es muy distinto pero igual de complicado. Los desafíos son: la Ley (necesaria pero impuesta) de Reconocimiento, Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Guerrero, aprobada el nueve de febrero 2011, que permite usos y costumbres en la elección de autoridades, es decir entre otras, reconoce la Policía Comunitaria, pero en un engañoso doble discurso se niega a reconocer el sistema de justicia y legitimidad de la CRAC.

Históricamente no existía razón para reprimir a las comunidades organizadas en la CRAC, porque ésta se encarga del trabajo del Estado, incluso se convirtió en un organismo de seguridad y justicia con una visión de desarrollo integrar con temas de salud, protección ambiental, igualdad de género y educación en sus mesas de discusión. Pero en esta ocasión, el festejo de su XVI Aniversario, se desarrolla bajo la principal preocupación de las concesiones mineras otorgadas en los territorios bajo su jurisdicción. Su posición es clara: rechazan categóricamente la práctica de la minería a cielo abierto, no negociarán con las empresas concesionarias.

La banda ameniza la noche del viernes 14 de octubre, previa al desfile oficial planeado para el día siguiente. La tambora aturde el ambiente y aprovechando la fiesta dos oficiales se emborrachan y son controlados por sus propios compañeros. Orden, armonía, comunidad. En un movimiento triste los dedos anchos y pesados oprimen conjuntamente los pistones de las charchetas, dejan escapar el aire que se convierte en sonido, que se transmite en llamado, que se convierte en augurio.

El homenaje sonoro nocturno es el ejemplo de orden a aplicar, ante el arduo escenario al que se enfrentarán las comunidades partícipes en la CRAC-PC. Marca el tono el trombón, aguerrido, naciente de las entrañas de estas tierras históricamente atropelladas.